En la dialéctica de las partidas y de los regresos; cuando el acontecimiento se declara y manifiesta; en la comunión simple de quienes se ven mejores de lo que son o pueden ser. El ruido diáfano cristalino que ahuyenta a los fantasmas convoca los futuros multitudinarios. Hay un tibio bienestar que sube del afecto y se derrama a veces en exaltaciones y gratuitas alegrías. Una comunidad propone la perfección del mundo como un hecho inevitable. Una ráfaga benévola que impulsa los navíos.
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