25 de octubre de 2008

Fresno





Hay una lanza aquea llenándose de brotes en frente de la casa. Septiembre recuerda como nada el círculo del tiempo. El árbol que está, se va también, y vuelve. La intensidad de su verde en el verano es solo comparable al amarillo pleno de su otoño, a su desnudez escandalosa cuando el frío, fresno apasionado. Me pasa verlo siempre terminado, resuelto. Por eso me detengo y reparo en los brotes verdes de esta rama recta, asombrado porque crecen, como la barba silenciosa en la noche del guerrero. La rama enérgica para la carne del enemigo, la lanza resistente para el peso de los pájaros. En dos días ya no la veré; volverá su vitalidad como estallido, volverá su sombra a sestear en la vereda, y volverán las oscuras golondrinas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lindo, profe. Se me hizo una rima con este poema de Robert Frost (es más lindo en el original inglés, pero bueh)

"El primer verde de la naturaleza es oro,
el matiz que le sea más difícil de guardar,
su primera hoja es una flor,
pero sólo por una hora.
Después, la hoja se reduce a hoja.
Así el Edén se hundió en melancolía
así desciende la aurora a día.
Nada dorado puede perdurar."

Robert Frost.