3 de noviembre de 2009

Foto



No sé qué me dice ver la foto encima de los rieles. No hay viento y, boca arriba, me mira una familia diminuta. Allí, sobre los rieles. Una mujer mira la cámara con insolencia y risa, la anciana parece que dirá ¿quién falta?; un hombre abraza a un niño y se rasca un ojo; otra mujer sonríe a boca llena, y es joven su rostro y verde su vestido. Pero alguien falta, me digo, uniéndome a la duda de la anciana, a su pregunta de cara indagadora. Me dice algo, y no sé qué, ver la foto allí tirada. Me tienta bajar del andén con paso firme, tomarla y deslizarla, subrepticio, en el bolsillo del abrigo; llevarla junto al pecho hasta el final del viaje; bajar y no mirarla y dejar que en olvido se disuelva; regresar, colgar el saco, cenar, bañarme; requerir un cuerpo y sentir que al mío llaman; dormir, tal vez soñar, con formas retorcidas del deseo. Volver mañana a la estación, seguir la vida. Me tienta imaginar que alguna vez, perdido, abandonado, solo, oscuro, la foto mantendrá las expresiones de esos rostros, desconocidos y fieles. Será para mí la confirmación de haber estado, de haberla tomado yo mismo.

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