23 de marzo de 2010

Oeste

Colgaba la ropa en la terraza, con la demora de lo que hace con delicia. La mañana, de pie, era cielo sin nubes y viento del oeste: del retiro del sol, desde el final de las jornadas, de donde nada sale sino que se sumerge, venía, esta mañana, la alegría elemental de la ropa seca. Bailaban las camisas una danza celebratoria, y los pantalones andaban, lejos de su condición de tierra, paso a paso a las alturas. Colgaba la ropa en la terraza y recordaba que del oeste llegó, un día, su cariño. Si vinieran lluvias ahora, serían bendiciones. Le vibró en la garganta una canción de antaño, de su edad perdida que también, esta mañana, vino desde las postrimerías.

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