Es en lo que queda
suspendido
es en el vértigo de la espera
que andamos, amiga,
con nuestras manos en el aire
de las caricias vacías
y el aliento contenido que se alarga
que se alarga
y no nos deja sin embargo sin latidos
Porque las horas se desovillan
y no nos tienen en mucho
y nos quemamos solos
sin dar ni luz ni nada
soplados por el viento de esas horas
y nuestro propio aliento
que remolinea en el pecho
como el agua que se va por las rejillas
y se retroalimenta
¿Vendrá lo que esperamos como vienen
la primavera el otoño los tiempos intermedios
esas promesas sutiles de continuidad
esas hebras apenas sutiles
con las que atamos a los días cada arista nuestra?
¿Vendrá
y que rodemos
fluidos como una dilatada expiración
que arroje el veneno de la espera?
Quizá, mi amiga, el movimiento
quieto y doloroso de aguardar
no lo atenúen nuestras manos juntas
ni lo hagan menos hondo nuestras miradas tristes
quizá
sea de esos gestos que la espera se alimenta
para herir de precisión
los huecos que todavía no llenamos
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