17 de junio de 2012




















Esos niños en la vereda
con las palmas tendidas
silabean el frío
que no entibian el sol ni los veranos

Sus inviernos intestinos
donde hibernan las yemas de unas ramas
que no conocen octubres
se aprietan sin reparo unos contra otros
mientras sopla
el viento glacial formado en las cavernas
de vidas respetables

En las puntas de sus dedos
¿duermen aún las frutas de algún día?
Dentro de las grietas de su piel
hay promesas exhaustas de pimpollos

Consideremos pues recrear el mundo
pisar fertilidad
bajo praderas de niños florecidos
para que esos paisajes helados
reciten los salmos del anhelo, amiga valerosa

Pero si la palabra y la imaginación
exhiben el confín de sus reales
abracemos con los niños el invierno, amiga estoica
el frío que conserva hasta que mata

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