4 de mayo de 2014


"...Lidia vivía cerca de la plaza. Cerca del baldío al que llamábamos plaza o canchita. Era el borde del barrio: más allá había unos descampados hasta el horizonte, que nos separaban de otros barrios de nombres fantasmáticos que, de chicos, nunca visitamos. Sólo una calle mal asfaltada que cortaba esas extensiones vacías y que era recorrida por unos colectivos no menos fantasmagóricos indicaban que podía llegarse, si se tenía ganas, a un lugar diferente. Pero más bien la idea que teníamos era de que no había más mundo que éste, pequeño, conocido, vagamente entrañable, como todo lo que no se elige..."

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