30 de abril de 2014

Fragoroso calor el de esta tarde.
En el cuarto, con aire sofocante,
sólo escribo como en el mundo, solo.
El ardor de este aire irrespirable,

qué diferente del aliento sur,
de su frescura que renace y limpia;
cada rincón lo vuelve un universo.
Escribo solo, en este cuarto, escribo,

porque imagino ya que el viento cambia,
y que del sur lo traen las palabras;
frías burbujas en la pieza en llamas.

Esta sala es el mundo, ya lo he dicho;
lo que escribo suaviza el desconsuelo:
agua cruda para la lengua seca. 

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