Fragoroso
calor el de esta tarde.
En el cuarto,
con aire sofocante,
sólo
escribo como en el mundo, solo.
El ardor de
este aire irrespirable,
qué
diferente del aliento sur,
de su frescura
que renace y limpia;
cada rincón
lo vuelve un universo.
Escribo solo,
en este cuarto, escribo,
porque imagino
ya que el viento cambia,
y que del sur
lo traen las palabras;
frías
burbujas en la pieza en llamas.
Esta sala es
el mundo, ya lo he dicho;
lo que escribo
suaviza el desconsuelo:
agua cruda
para la lengua seca.
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