1 de octubre de 2008

Plaga de palomas




De la humedad en los andenes, no diré nada; nada del puente que cruza sobre las vías y desmiente la proliferación de paralelas; nada de ese anciano que, bajo su paraguas, no se percata del fin de la lluvia; nada del tren que se demora y cuya ausencia dirige todas las miradas hacia el lugar en que las vías se curvan. Quiero hablar del gris del cielo mojado, no por el cielo, sino por el gris; de los ojos grises de esa mujer que espera fumando y protege el cigarrillo de las últimas gotas, bajo la delgada cornisa de la boletería; de la mancha gris que forma el humo a lo lejos y anuncia la locomotora que jadea. De la índole gris del mundo esta mañana, quiero hablar, y de esta plaga de palomas que llueve hacia lo alto con el primer silbido de elefante y el primer temblor del acero.

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