10 de noviembre de 2008

Lluvia



En el subte las ventanas dan al túnel. Negros paisajes pasan y pasan sin novedad. Alguna lámpara fugaz salta al vagón, pero no interesa a nadie. Hay pocas personas sentadas, con sus libros, con sus agendas, sus teléfonos, auriculares. Algunos con sus lentes oscuros quieren hacer del tren un túnel.
Una mujer se levanta, sucia, hecha de retazos. Ha estado sola sentada en un rincón apartado. “¿Llueve?”, pregunta. No hay miradas que delaten atención. “¿Llueve?”, insiste. Alguien da vuelta una página. “¿Llueve?”, clama. El tren se detiene en una estación desierta y se abren las puertas, y se cierran. Un linyera ha subido con sus bolsas. “¿Llueve?” grita, ahora, la mujer. Un hombre de saco negro se hurga la nariz. “¿Llueve?”, llora y se seca con las mangas manchadas. Y el linyera, que es más olor que carne y hueso, que no, le dice, que ya, señora, que ha dejado de llover. “Gracias, joven”, dice la mujer. Suena un celular y alguien atiende. “Gracias, gracias”, se sienta murmurando.

2 comentarios:

Bibliotecarias al Rescate dijo...

Hola profe le cuento que me encantan sus escritos me inspiran a volver a realizar las mias propias. Gracias: Patricia Soto
2º "A"

Anónimo dijo...

"realizar las mias propias"

duplica palabra, no?

mías / propias