27 de noviembre de 2009

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A los cincuenta y cinco ha publicado. Su primer libro es, bajo los dedos, suave. Azul la tapa, le evoca la bóveda del cielo. Es un acontecimiento, y no lo es, al mismo tiempo. Lo es en el trayecto vago del vivir que se ha forjado. En otro aspecto no hay más que hojas impresas, con palabras ante todo para él queridas. Otro salvó la vida a su enemigo. Otro mató a su madre con placer y todo. Donará aquél un órgano vital cuando se muera. Alguien no escribe un verso y es poeta. Huye una mujer, con un libro bajo el brazo. Alguien no duerme porque el tiempo no le alcanza. Uno se arroja bajo el tren de cargas. Otro descubre la penicilina. El libro disminuye de pronto entre sus manos. Lo reconforta el empequeñecimiento. Lo reconforta y tranquiliza. Hay un terror que sube, y que es, acaso, dulce. No necesita la cúpula nocturna para lo infinito. Mira la caja repleta de ejemplares, sonríe parca, feliz, amargamente. Libre se siente por un hermoso instante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sotar? amarras