A veces indistinta
llegaba la voz hasta nosotros
de la mujer sola que cantaba
Parte del silencio de la tarde
una con el aire murmurante
Había que hacer un esfuerzo
uno
leve como un esmero repentino
para desenredar las palabras que venían
envueltas en burbujas de perfume
que exhalaban las plantas florecidas
Canciones tristes de soledad remota
una cadencia de arroyo y como ramas
nos rozaba haciéndonos cosquillas
¿Qué savia corría lenta por los vasos
leñosos de esa voz reverdecida?
¿y qué flores estallaban en nosotros
efímeras y con coloratura extraña?
Despertaba un vago espanto de tristeza
o acaso en un concierto con el todo
nos humedecía con frutas nacidas en el cuerpo
gordas de jugos musicales
que cantaban
como ella a lo perdido irremediable
A veces abrazados prestábamos oídos
y ella vibrando el aire de la noche
nos conducía a su seno disponible
Su canción nos engendraba
Su fértil soledad nos daba casa
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