5 de diciembre de 2011

























Me inspiran

la mañana con sus hebras luminosas
que teje a mis espaldas
(quiero decir sobre ellas)
un abrigo dorado de pájaros que cantan
la vibración como olitas en lo grácil del aire
como sobre la piel de una laguna redonda

El árbol moribundo
de la esquina sin nidos
(se entiende entre las ramas)
cuyas  hojas seniles no alcanzan a cubrir
la intimidad de las aves
e impulsa su pudor  hacia las copas emigradas
tupidas de los sauces del arroyo
(también su curso lento)

La muchacha rubia que irradia un mundo propio
como un sol para ella misma frío
un destino para el vagabundeo de mis soledades
la morena con su escándalo de curvas
por donde resbala como gotas mi deseo
y la que ya se asemeja a la corteza porosa
gris de los álamos plateados

Las casas que apenas se sostienen
tal vez por mi mirada o el temblor
de quienes las habitan y quienes las habitan
con los ramos de dolor con que decoran 
sus mesas sin comida

Tu voz si me despierta
su color de madera y el abismo diurno en que me hunde
el abismo también originario de tu cuerpo
adonde voy a morir para nacer un soplo dulce
apenas la promesa de una risa
y esta tormenta permanente
de polen que es el mundo

He dicho que me inspiran
Entiéndase mejor
          yo soy el respirado




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