Ya sé amiga mía
que las frutas perfuman la pequeña
estancia en la que juntos
miramos al sol andar sobre el mantel
Que arrancadas de los árboles desprenden
el hálito atrevido de las cosas vivas
¿y quién sino tú misma las dispuso
en el cuenco de madera que he tallado
para tu mesa donde mi mano no se atreve?
Es la hora del color
y los olores brillantes y tu gesto
dulce del convite en la tarde de los tilos
cuando nuestros obsequios se descubren
la hora tensa de las decisiones
amiga con el rayo audaz que enciende tu melena
con mi sombra triste de esperarte el paso
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