El viaje se había interrumpido. Yo miraba por la
ventanilla y soñaba acaso ya con rieles que se volvían raíces. Ningún árbol
brotaba de esos leños. Un viento de velocidad eran mis ojos. Hasta la ciudad me
parecía próxima. Algo que había sido la ciudad y que ahora era una vieja
pesadilla de infancia. El tren había llegado hacía tiempo y sólo yo seguía
atravesando las llanuras. Quieto, me movía hacia un final distinto.
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